Huí tan
deprisa que no necesite galgos para cazar el sustento,
y mientras me alimentaba, las envidias me roían las piernas.
Cuando desperté tenia mil
brazos y un millón de dedos, y la vida que se
arrastra y mira al cielo con ojos ciegos, alimentan
anclados al suelo mis
billones de pies arropados por
"ella".
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