Un
sireno mira fijamente el horizonte
hace
tiempo que lo hace
aguardando
mitigar una ausencia dolorosa
sobre
una roca vestida de sal y que cobija al gobio
con
dedos fuertes talla corales en formas soñadoras.
El
señor del kraken le arde en el torso
le
insta en furia búsqueda.
El
sol se apaga fundiendo mar y cielo
y
ya la piel sin brillo por los largos días
a la intemperie
lo
hace por tenacidad
para
curtir sus músculos
ya
no grita
solo
susurra, como un anciano que aconseja tesoros
los
corre limos hoyan ermitaños
ya
no hay piratas de palo
ni
cacerias bajo el agua.
Sus
manos hambrientan una boca
su
boca un cuello que morder
su
hombría un gemido que se guarda el viento.
Su
cola es la fuerza con que alimenta las mareas
quizá
ella se refleje en sus escamas
y
libere un poder que ni el mismo conoce
tal
vez la mujer-pez lo engulla en su seno
como
hace la tormenta con los islotes huérfanos
vírgenes
de conquista.
Esa
mañana el mar cantaba como siempre
el
sol brillaba el mismo lienzo
el
viento le hablo
el
hombre pez devolvió las tallas al mar y
se
zambullo en el negro acuoso dispuesto a recorrerlo.
Está muy hermoso tu homenaje a mi Sirena.
ResponderEliminarAtt: Maynor Xavier Cruz
Saludos desde Nicaragua.
Muchas gracias señor, me gusto tanto su escrito que no me resistí.
EliminarUn abrazo.
Bello escrito. Felicitaciones. Cariños.
ResponderEliminarGracias Norma, hermosa escultura la de los caballitos de mar.
EliminarUn abrazo.