miércoles, 31 de julio de 2013

cuento corto - TULO

  Decían que Tulo era malo, debe ser verdad, la voz que escucho y que ahora lo rememora estuvo allí, y lo describe con gotas de memoria mientras me clava sus azañas desde su cuerpo menudo, sin interrumpirse, limpia metodicamente un bonito colgante plateado entre sus huesudas manos, la verdad es que le queda muy bien en su anciano cuellecito, me dejo romper, la vibración de su aura no me ataca la estupidez que arrastro, me siento en un banco de piedra, pido permiso para hacerlo, lo hago porque me transporta a otra época, cuando las palabras entonaban cálidos sortilegios incluso en los corazones larvarios, una forma de unir a todos los seres, porque la intención sincera no es para todos, aunque todos insistan en que son humanos, personas, una licencia descarada que insulta las miradas atentas de los que ven los colores en las sombras.

  Tulo no se arredraba facilmente, gustaba de la compañía silenciosa y rehuía el tumulto molesto, insultaba la algarabía, incluso llega a tirar de violencia mecánica si le tocan los cojones, cosa fácil de conseguir, por que no era precisamente un tipo paciente. Tenía un amigo que hablaba por los codos, pero curiosamente no le producía ningún problema, era como si trataran en frecuencias diferentes, y lejos de ser un problema, sencillamente se complementaban, claro que Tulo nunca respondía, se limitaba a mirarlo, impertérrito, como si fuese de mármol, para Pitu, que le conocía bien, esa era una muestra enorme de amor, porque si Tulo no se estaba cagando en tu puta madre o partiéndote las piernas directamente, es que estaba a bien contigo. Un día Pitu equivoco los cálculos y en uno de sus aterrizajes, la mala fortuna quiso que cayese en el interior de un tuvo con forma de embudo, se encontraba ubicado tras un mueble de la cocina, cuanto mas luchaba mas caía, hasta que ya no pudo ni moverse, quedando completamente aprisionado.

  La señora que me lo cuenta me resulta mas pequeñita a cada instante, sus gestos con las manos dan forma a lo que sucedió y me transporta al pasado ajeno, puedo escuchar los tambores del tiempo sacandome del cuerpo, me dejo elevar.

  Angustiada llamo rápidamente al marido, este vio que sacarlo por arriba era imposible y decidió que lo mejor sería empujarlo hasta sacarlo por abajo, ella horrorizada vaticino un resultado desastroso, pues el final del tuvo se estrechaba hasta una sección menor que el cuerpecito de Pitu, el marido alego que no había otra solución y que ahí no lo podían dejar porque obstruiría el paso del aire. Empujando con un palo, el periquito chillo y no tuvo tiempo de despedirse, en ese momento apareció Tulo, mas molesto que otra cosa por haber tenido que interrumpir la siesta, y encabronado le arranco a su amo medio glúteo derecho, para seguido, destrozar a dentelladas parte del mueble y despedazar finalmente el tuvo de mierda.

Cuando la anciana termina el colgante brilla al sol del atardecer con un fulgor cegador, yo exhalo un suspiro y observo al marido ir y venir ejercitandose, y entiendo porque cojea.

fin

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