martes, 10 de septiembre de 2013

comentarios 6 - para momentos con gloria


Tras el velo que arde en mi pecho, y nubla la mente esclava y volcada, veo un rostro que no es el tuyo. Estiro los brazos buscando el soporte de la cabeza cuyos besos anhelo y palpo el congelado desprecio revelador de una carne embalsamada en piedra. Atenazando tu vida con fuerza, amenaza la mía romperse y suelto, quebrándose el yugo invisible de hierro que esclavizaba mi alma. Cuando te miro de nuevo, veo mi cara de mármol despedazándose como una carcasa de antiguos equívocos. El viento que susurraba veraz la condición de todo ser, me insta a saltar y desplegarme lejos del oscuro sortilegio que solo yo podía romper.


enlace  desprecio

No hay comentarios:

Publicar un comentario