Chupalongas salio de casa dejando la cuerda en el perchero, ya no le hacia falta, de camino a destino estuvo contando arboles, no todos desconocidos, al sauce siempre le tocaba, cuando le saludaba con unas palabras murmurantes, dejando una huella de agradecimiento. Unos metros delante suyo encontró a muchos adultos reunidos, hablaban como gorriones. Uno con traje oscuro les observaba callado.
Cuando se
fueron, el traje recogió cuidadosamente las volutas de aire
apalabradas que suspendidas aguardaban una conclusión practica. Al
termino se marcho. Chupalongas, trastornado, se fue para volver a la
mañana siguiente, en la que se repitió la escena, y así
sucesivamente durante todo un año. El ultimo día regreso a casa
donde el abuelo cuidaba del nieto como siempre, cada uno en una zona
del salón, el uno mirando la televisión ausente, el otro ausente
coloreando adultos ausentes. Chupalongas se acerco decidido al
anciano y le mordió en la pantorrilla con fuerza, entonces le contó
lo que había visto. El abuelo se levanto y fue a la estantería de
la biblioteca. En ese momento un lobo de traje gris cayo fulminado.
Saludos
Rufino, tu frase me ha inspirado.
Un
abrazo.
Reitero mi agradecimiento.
ResponderEliminarUn saludo.
A ti Rufino, menudo buen blog he encontrado.
EliminarUn saludo.