Todos
los hombres, también el primero, que marcharon al mar, lo hicieron
para pescar sirenas, todos arrepentidos de cambiar de medio, aun
recuerdan cuando eran celacantos, feos, rudos, libres, en tierra
hallaron un paraíso que nunca gozaron, demasiado ocupados
enjaulandolo, matándose a placer para saciar un hambre antes
desconocido, hasta que ya no quedo mas carne que la de los hombres.
No importa cuan toscos eran los que se echaban a la mar, la sola
posibilidad de escuchar su canto alimentaba la esperanza de volver al
principio de los tiempos, pero cuando percibieron la melodía que
trae la vida, la sangre que había alimentado sus venas en tierra,
llevaba la ponzoña del odio, con el pecho cegado, asieron a las
mujeres del agua a los mástiles al principio, rogándoles quebraran
el sortilegio con sus voces, que les impedían respirar el liquido
del crisol del mundo, exigiéndolas después les diesen la libertad
merecida por sus conquistas, amenazándolas con dejar que se ahogaran
al sol, en ese momento, la sirena grito, el mar paralizo el oleaje y
la primera luna cayo, el impacto hizo que el océano devorase todo,
anegando las tierras, reclamando para si todo vestigio de sus hijos
imperfectos. Aun puedo ver sus cabellos brillar al alba desde el
viento que agita mi sonrisa.
Ulises, una excelente prosa, con buenos recursos literarios.
ResponderEliminarGracias
Un saludo
Sor.Cecilia
jo, gracias, un placer leerte.
ResponderEliminar