En
la cresta de la ola, donde choca el acero enrojecido, el plasma
corroe el consumo canibal, desaciendo los nodos de acero
pretenciosos, que caen a llamatazos enfurecidos, Ulises no teme a la
muerte, con el pecho enchido, atesorado de saber, en el ocaso final
cuando caiga la luna, volveran los dinosaurios. De la oscuridad
tenaz, correra la sangre que alimenta al golem que bebe del rio del
tiempo.
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