Te
hecho de menos
Ya
se que te vas por trabajo, que es tu deber y que no quepo en tu bolso
de mano.
Tus
ausencias me golpean, cortas, largas. Sobre todo en la hombría,
nuestra cama parece un desierto doliente de anhelos. Me lo has
estropeado, el estar solo.
Soy
un onanista consumado incapaz de satisfacerme. Me cabrían veinte o
treinta mujeres en la casa, treinta y una si vació
la nevera, y lloro.
-
¿Cuando vuelves?-
-
Aun no he salido del edificio, estoy en el portal, cuelga-
Cuando
no estas, mi antigua soledad de hombre toma el control y construye su
mundo como cuando era un virgen ignorante de la convivencia.
Voy
por el recinto erigiendo montoncitos característicos
de mi condición.
No
creas que intento desterrar tu presencia, es que la parte que habita
en todo macho cuyo lema es: HAY QUE SALVAR A LA ESPECIE DE LA
EXTINCIÓN. Es una sombra siempre presente, una oscuridad
predominante en lucha contra toda luz, que empuja a los machos a amar
a la mujer en esencia genérica, osea: a
todas las que se pongan a tiro.
Ni
los anillos.
Ni
los contratos matrimoniales sin separación
de bienes.
Ni
los niños pueden cambiar eso.
Sigo
desplegando mis hábitos imperdonables:
Dejo
la chaqueta sobre el sillón de la entrada,
junto al perchero.
Los
calzoncillos en el escritorio junto al ratón
del ordenador o encima de el.
Se
donde esta todo, nada se perdería en ese universo de masculinidad,
cualquier tipo que pasase por allí,
reconocería ese ecosistema como una forma
de vida fiable y fluida.
Dejo
los paquetes de tabaco vacíos esparcidos
como cubitos de hielo nicotinicos que no se deshacen.
¡No
es desorden!, están ahí por algo, ¿Es
que nadie sabe que si te ves en el apuro de quedarte sin tabaco a las
2 de la madrugada un martes, la forma de sobrevivir es reuniendo el
polvillo residual de 100 cajetillas arrugadas para conformar el
cigarro salvador?
Nada
existe al azar en mundo hombre.
Dejo
montoncitos de sobres vacíos contenedores de facturas, despedazados
ritualmente sobre la encimera, la mesita baja del salón, sobre el
cubre rollos de papel higiénico del baño.
Olvido
las fechas clave de nuestra relación a propósito, así
cada vez que llegan y me lo recuerdas es como si fuera la primera
vez, manteniendo fresco nuestro amor.
Calcetines
limpios y usados, mezclándose en un vals
sobre una moqueta de memoria imposible.
La
toalla de la ducha desparramada húmeda sobre el sofá,
cuando se seque vale de manta para la siesta.
-
Hola, ¿cuando vuelves?-
-
Come en el chino-
-
Es que allí no me entienden cuando les
digo que te quiero-
-
Vete donde tu madre-
Me
he encontrado un animalillo debajo de un montoncito. Tenia un collar
rojo del que colgaba una tarjeta con fecha pasada que decía:
"FELIZ
CUMPLEAÑOS"
-
¡Joder! -
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